sábado, 21 de febrero de 2009

¡Falsa vacación de febrero con un ligero malentendido de mi capacidad para generar buena salud en el momento indicado!

Material censurado

Cuando el olfato decide morir

¡Oh! ¡Que horror!... ¿Sientes eso?... han matado a un animal allá afuera. ¡Es un asco! ¡Que olor más terrible!...
¿Te estás burlando de mi?... –Dije seriamente con voz que más parecía un gruñido, mi nariz parecía haberse suicidado, esta gripe es una tortura-.

Hasta deseaba sentir ese repugnante olor, pero no sentir esa “muerte nasal”. ¿Comprenden?, es horrible esa sensación.

Bueno, introduje a mi boca tres pastillas que lucían pequeñas, pero en mi paladar parecían gigantes. Amargas.
Me abrigué. Sabía que en poco tiempo la sensación sedante llegaría a mi cerebro y no quería despertar confundida y mareada en el suelo. Así que me acosté en mi cama y esperé lo mejor: perder la conciencia lentamente y despertar cuatro horas después.
En efecto, desperté varias horas después, la tarde estaba terminando. Pero, ¿Qué está sucediendo?... ¡Mi nariz!... ¡Mi nariz está descongestionada!... no puedo decir que “lloré de alegría” porque sería una descripción demasiado dramática y porque el lagrimeo venía en el simpático paquete de la gripe. Así que, basta con admitir que me sentí bastante feliz. Tomé todo lo que encontraba a mi paso para olfatearlo. Todo aroma me resultaba delicioso.

PD: Bien, he aquí mi pequeña anécdota de influenza.
Moraleja: “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, ¿no?, sobre todo si es algo que pertenece a tu rostro”

viernes, 6 de febrero de 2009

EL MATIZ DE LA EXPOSICIÓN

Tú, yo, él, ella, ello, aquello, lo otro, lo demás… todo, absolutamente todo tiene un color. El color es importante aunque no siempre tengamos la intención de notarlo. El color es vida, es muerte, es alegría, es tristeza, es amor y es odio. El color es un bien intangiblemente espectacular al que le debemos desde nuestro estado de ánimo, hasta nuestros patrones de conducta.
Puede que el tema parezca poco o que parezca mucho… pero fue el tema que elegí y tenía tres minutos para exponerlo.
Tomé mi cerebro y lo enfoqué directamente en mi objetivo: abordar de manera sintetizada y bien elaborada el tema de la psicología del color, exponerla frente a la clase y, por supuesto, sonreír satisfecha al terminar.
Junté fuentes que resultaran en bases y fundamentos. Me aferré de lo usual: libros, folletos, apuntes y el amado por unos, odiado por otros, Internet.
- Ramos Díaz, Alejandra-. Dijo Lorena.
El informe en mis manos temblaba, mi cabeza se tornó en blanco. Sí, en blanco (el blanco es la combinación integrada de todos los colores). Hablé y hablé y hablé y hablé… luego callé. Todos me observaban…
- ¿Dudas?-. Dije
Surgieron preguntas, claro.
-… y el verde, ¿Qué significa?...
-… y, ¿el rojo?...
… más pronto de lo que hubiera imaginado, estaba sentada en mi asiento escuchando la siguiente exposición.
Más que una simple explicación frente a un salón repleto de alumnos, una exposición, por pequeña que parezca, por simple que simule ser, por menos ponderación que posea, siempre nos hace encontrarnos con una parte de nosotros ya sea aquella que nos satisface, como tener el poder de la atención, así como podemos encontrarnos con un temor, como el pánico escénico o los crudamente traicioneros nervios.
El matiz, el divino matiz de las cosas que nos permite reconocernos y reconocer, palpar a la vislumbra. El matiz, tan discreto y tan fundamental.

PD: He aquí la interpretación de los colores:
- Amarillo: Asociado con intelectualidad y a la vez, con deficiencia mental.
- Naranja: Estimulante de los tímidos y tristes. Simboliza entusiasmo.
- Rojo: Personalidad extrovertida. Simboliza sangre, fuego, calor, revolución, alegría, acción, pasión, fuerza, disputa, desconfianza, crueldad y rabia.
- Violeta: Significa martirio, misticismo, tristeza, aflicción, profundidad y experiencia.
- Azul: Se asocia con personalidades introvertidas. Está vinculado con la circunspección, inteligencia y emociones profundas.
- Verde: Se asocia con la personalidad superficialmente inteligente y sociable. Simboliza primavera y caridad. Simboliza realidad, esperanza, razón, lógica y juventud.
- Blanco: Es la síntesis de todos los colores. Simboliza lo absoluto, inocencia, paz y rendición.
- Gris: Simboliza neutralidad. Fusión entre alegrías y penas. Entre bien y mal.
- Negro: Es la ausencia del color. Simboliza el error, el mal y la muerte. Estiliza y acerca.

viernes, 30 de enero de 2009

UN OBJETO PERSONAL

Un objeto personal. Uno solo.
Fue solicitado como símbolo de un momento que bien pudiese ser representado en un verso. Un momento de aquellos que, más que memoria, son afectividad plasmada en el tiempo.
Una hoja fue la víctima, una hoja de papel periódico. Le manchamos sobre su espalda, le dimos vida, le dimos arte, le sellamos un sentimiento recreado a través de un recuerdo. El amor y las letras.
Un lapicero y su sangre, un objeto y su esencia, un autor y sus letras. No se necesita más, más que eso y un papel.
Epopeya, faena de emociones y diversos versos. Silentes textos, porque la palabra no necesita voz si guarda esencia.
Un objeto personal. Uno solo, no se necesita más.
…¿Cuánto más se puede observar sin tener que ver y sentir sin tener que observar?... un recuerdo que no parece difuso entre la nada, cuando al cerrar los ojos el episodio se repite con el simple tacto de momento mismo. Aquel objeto personal, aquel episodio revivido.
Aprendizaje despertando como libertad del reprimido. Un arte, de entre tanto que puede interpretarse.
Un objeto personal, un significado concreto más que físico. Unos latidos a su favor y una dinámica muy simpática.



PD: La dinámica del objeto personal. Hago énfasis en esa dinámica en específico porque me resultó bastante agradable, además, me inspiró en muchos aspectos. Me refiero a que me despertó una interpretación distinta a aquellos lindos recuerdos y una utilidad fascinante. Ahora mantengo un enfoque bastante nuevo a la hora de realizar un escrito. ¡Gracias Lorena, por esas novedosas y originales formas de ayudarnos a realizar la expresión!

viernes, 23 de enero de 2009

DEL 19 AL 21... ¿EL 22 Y 23? ES CUESTIÓN APARTE…

“La música clásica deleita los oídos”…dijo Lorena citando consecuentemente otras oraciones.
La: Determinante. Música: Nombre. Clásica: Adjetivo. Deleita: Verbo. Los: Determinante. Oídos: Nombre…
…Palabra tras palabra, tras palabra, tras palabra, tras palabra…
Cuando las palabras son tus amigas, siempre deseas tenerlas en cuenta. Analizarlas sintácticamente, después de tanto, resulta divertido. Así bien, los días transcurrieron y había un sendero de temas por recorrer y un salón semi-cargado de adolescentes “dieciochoañeros” por adquirir conocimientos, hambrientos de una carga académica aceptable (me incluyo entre ellos, claro).
Los días se vuelven efímeros. Mi compañero, el que viste camiseta blanca, me pregunta sobre la tarea del día anterior y, como siempre, no sé qué responderle. A veces, mi cabeza da un paseo por el campus mientras observo la pizarra. Y un día, llegó Lorena a impartir la clase, por alguna razón, no le gusta que le digan “seño”, “señorita”, “señora”, “profesora” o algún calificativo. En fin, siempre llega temprano y con alguna idea nueva y, por lo general, mientras me encuentro en la cafetería con mis viejas amigas. La convivencia hace que envejezca rápidamente una amistad, digo envejecer en buen sentido. Lorena tomó una libreta que hojeó buscando algunas ideas que había logrado pescar y plasmar. Dinámicas que nos hicieron posar los cerebros sobre el salón, no obstante, fuera de éste. ¿A qué me refiero?... a que explotar la creatividad puede hacernos creer que estamos en cualquier punto sobre la superficie de cualquier universo que seamos capaces de crear. Pero no me extenderé a tanto análisis. Creamos algunos epitafios creativos. ¿Epitafios?... Sí, epitafios que resultan cómicamente “no trillados”. También aprendí que de una palabra en adelante, el resto es historia. Otra vez, ¿A qué me refiero?... pues, a que no se necesita tanto palabrerío para narrar, basta con una cabeza muy simpática, o no, basta con una cabeza que contenga un cerebro.
Aprendí a escribir un párrafo improvisado en dos minutos tomando en cuenta palabras específicas escritas en la pizarra. Y también aprendí que soy malísima para eso. Mientras mis compañeros leían sus historias levemente estrafalarias, yo aun revisaba si tenía lógica tanta letra ilegible en mi cuaderno.
El miércoles, para ser exacta, hicimos dos historias, uno por uno armando el rompecabezas. Hasta haber creado un caballero que rescata a su princesa-príncipe calvo en un castillo gracias a un duende mágico que apareció de la nada, para luego crear un superhéroe mutante (cuzuco y cucaracha) que resultaba, en su descripción, repugnante y salva la tierra de… de… de… no sé de que.
¡Aprender es divertido!... siempre y cuando divertirse signifique aprender. Aprender, aprender, aprender, aprender, hmmm… aprender y… aprender. Es parte de nuestra vida, es más, es nuestra vida misma la que consiste en ello. ¿Por qué no hacerlo de forma divertida y creativa?...
¿El 22 y 23?...Es cuestión aparte…
Ya que el 22 aplicamos lo que aprendimos y el 23 fue como ir al cine pero sin “pop corn” ni soda. De todas formas me atrevo a describirlo así: ¡Divertido!... Sí, ¡Divertido!...
Sé que me veré dentro de cinco años y medio diciendo lo mismo.

PD: Una breve narrativa de una semana (del 19 al 23) como alumna pre-universitaria. O, ¿Por qué no decirlo?... Universitaria. Considerando lo aprendido en la materia de “Técnicas de expresión oral y escrita” bueno, de ello se trata el blog, ¿no?... sea como sea, me divertí escribiendo y recordando.

miércoles, 14 de enero de 2009

LEVEMENTE AUSENTE...

Ella cruzaba la infancia más inocente, aquella que está llena de verdades y empapada de promesas. Él cruzaba la adultez más sofocante, donde envejece el hombre responsable y agoniza el amor del amante; donde la familia, más que responsabilidad, parece una rutina; donde el cansancio ejerce presión sobre los hombros y pesar sobre los párpados… él era un padre de familia endeudado, no es que no ame a sus hijos, los adora, pero en un país tercermundista el dinero resulta más caro.

Se despidió de sus hijos, eran cinco y pintados en sus rostros la tristeza, la misma herida lloraba la misma sangre; él se despidió como habitualmente lo hacía en sus viajes de negocios, sólo que esta vez un par de lágrimas temblaban tímidamente a través de su silencio, en el que se ahogaba para que no notaran la herida que sangraba densamente. Un abrazo tras otro, un “te quiero”, un “te amo”, un “te extrañaré”, el aire salvadoreño característico de su descendencia se convertiría en una huella allá a lo lejos. Ella no pensó que él se iría para siempre, aunque aquella voz fugaz de intuitivo presentimiento le insinuara lo contrario. Pasaron un par de años y ella se martirizaba con las púas que vuelven a la esperanza un placer fríamente punzante y comienza a doler en la espera, el tiempo se vuelve más largo. Él seguía sin llamarle o contestarle aquellas cartas que tanta dificultad provocaban, el recuerdo se convertía en ceniza, porque no lograba conservar la simple imagen de aquel rostro en su cabeza, sólo aquella ilusión impresa encarcelada en el tiempo que seguramente ahora ya no sería la misma… ¿Cuánto le habrán cambiado los años?...

Un buen día, él comenzó a secuenciar una serie de llamadas y adelgazar el tragaldabas de deudas que ya se ataba al cuello de la familia; las benditas remesas de las que depende la economía del pueblo salvadoreño, pobre, que considera que no tiene salida; sin embargo, la porción que correspondía a su presencia seguía estando vacía.

Él volvió un día, un día marcado por una futura tragedia, de aquellas en que ese simple presentimiento corta la respiración y duele en los latidos, porque se desea detener el tiempo y apagar el destino, porque la familia estaba a punto de perder a su ser más querido, en la lejanía, aquella que no podemos tocar con los dedos. En su presencia se observaba como los años le habían regalado algunas canas y le habían recalcado algunos surcos, pero él ya no era el mismo. Un aire nórdico y un sinnúmero de achaques le acompañaban ahora, pero un amor de padre relucía en sus ojos, aquellos que reflejaban el pasado de sus hijos, aquellos que lloraban intensamente, los mismos que ahora eran indiscutiblemente los mismos, aquellos que extrañaban la vieja rutina de ser padre y abandonaba la dulce agonía de dejar su patria natal. Él volvió, pero no para siempre.

Ella siguió creciendo al compás del reloj y el hueco sigue palpitando al mismo ritmo, recordando que un día volvió a besar la frente de su padre y a sentirse protegida por sus brazos, a escuchar de nuevo su voz aunque ello sea cada ciertas fechas, porque aquella voz sigue siendo la misma, indiscutiblemente la misma, levemente ausente, y yo sigo siendo la misma levemente ausente también para él.


PD: Está bastante sintetizado a como fue verdaderamente la historia; es una pequeña historia, sin embargo, de gran significado para mi...

viernes, 9 de enero de 2009

EL RITUAL DEL SEXTO DÍA

Basta con ver una sonrisa, basta con un haz de luz, basta con el amanecer y el pronunciado celaje… basta la belleza misma del día para decir que he comenzado de nuevo, el renacer es lo más importante cuando de comenzar un panorama temporal con nombre distinto se trata. Ayer se llamaba viernes, mañana se llamará domingo. La espontaneidad me hace valorarle, y un calendario me pide a gritos que voltee la página.

- ¡Ayer dibujaste una sonrisa! – Me dice la joven que se ruboriza a través del espejo, la misma de siempre, la de hace doce años… y sigo sin aburrirme de verla crecer.

Camino hacia las afueras, saboreando el delicioso sabor del sinsabor de aquella, la susodicha vacación… sabe a leche azucarada sobre la cual hojuelas de ambarino maíz suelen sumergirse para luego desaparecer en mi boca, el televisor colorea en mis globos oculares aquellos episodios que tantas veces me han hecho reír… y sigo riendo a carcajadas.

Las ventanas han sido espolvoreadas por el descuido y me muestran a lo lejos un blanco lunar en el cielo que yace dormido, parece que la luna olvidó despertarse temprano y sigue alumbrando opacamente la mañana, es el mismo trozo flotante que se despidió anoche cuando la noche comenzaba.

Es esa extraña sensación de holgazanería lo que me hace volver a la rutina, la del sexto día, aquella que me recuerda el desvelo de un viernes y el compromiso de un lunes. El ritual del sexto día, porque el domingo se vuelve volátil apatía; volátil y no por ello se la lleva el viento.

El día del sol: El señor domingo, extrañamente más soleado y soleadamente más extraño. Un surco lívido se traza bajo cada ojo sonrojado, un nuevo día ha comenzado y el cansancio comienza a pesar sobre mis hombros, y mientras el sábado se sonrojaba en mis mejillas, el domingo se coloreaba en mis ojeras… ¿Haber sonreído tanto acaso tiene malas consecuencias?… o, ¿Acaso de la felicidad me he cansado?… talvez la presión de no haber realizado mis tareas comienza a sofocarme.

PD: Talvez algo tonto, pero cierto!

... me describe en muchos aspectos el post, la espontaneidad de mi vida me hace feliz, y relatarles mis costumbres sabatinas es como poner una pequeña pieza del rompecabezas de mi vida en mi blog, prometo complejizar y profundizar más en próximas publicaciones.